Spinetta fue un artista que no tuvo miedo de experimentar géneros y formatos nuevos a la hora de crear, pero siempre manteniéndose fiel a sus raíces y a su estilo personal. Sus poesías son mares de inspiración que te llevan desde el romance más apasionado hasta la crítica social más clara... para el que sabe verla e interpretarla. Su maestría con la guitarra marcó un antes y un después, y es posible seguir disfrutándola en las siguientes generaciones de su familia, como aquí lo cuenta y lo demuestra su propio hijo mayor...
Porque eso también es algo que lo caracterizó: el gran valor que daba a su familia. Desde la admiración por su padre, quien lo inició en el camino de la música; el eterno amor por su compañera de toda la vida, Patricia; y el cariño con que crió a sus cuatro hijos y que brindó, ya en sus últimos años, a sus nietos.
Generación tras generación se movilizan, se emocionan, sienten sus canciones como el primer día en que sonaron, y disfrutan de su música en comunión como hace la propia familia Spinetta:
Y es todo eso lo que lo convierte en uno de mis favoritos. Como poeta, como músico, como artista visual, como persona... Y es lo que despertó en mí la inspiración para crear este relato, parte del cual tuve el placer de leer en una tertulia literaria en el marco de la "Noche de las Librerías" celebrada en Capital Federal en noviembre del año pasado.
Espero lo disfruten y puedan escuchar su voz alrededor dejándoles una estela de su maravilloso arte. Sigan su sonrisa hacia un sendero de estrellas, donde duermen un niño gorrión y una muchacha con ojos de papel... pero les aviso: ese camino no tiene vuelta atrás.
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